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Explorando el Síndrome del Seno del Tarso: Anatomía, Causas y Síntomas Esenciales


Aware's Editorial Team

Un Vistazo Histórico al Síndrome del Seno del Tarso

Dennis O’Connor introdujo el concepto del síndrome del seno del tarso en 1958, describiéndolo como un dolor persistente en el seno del tarso (ST) tras una entorsis de tobillo, a menudo acompañado de contractura de los músculos peroneos, que podría aliviarse mediante intervención quirúrgica. En 1960, Brown amplió esta descripción, atribuyendo el síndrome a una hipertrofia de la grasa del seno del tarso provocada por esguinces e inestabilidad de la articulación subastragalina.

Reflexionando sobre la definición de síndrome, que se entiende como un conjunto de signos y síntomas que caracterizan una condición patológica, cuya causa es conocida, el autor sugiere que sería más apropiado hablar de “patologías del seno del tarso” en lugar de un síndrome. Esta propuesta surge de la revisión de literatura publicada y la experiencia clínica, que sugieren que lo que se ha denominado síndrome podría ser en realidad una serie de afecciones que impactan la articulación subastragalina, como esguinces con variados niveles de severidad, a lo que se podría referir más precisamente como laxitud subastragalina.

Además, se propone que otras causas de dolor en el seno del tarso, como tumores, quistes sinoviales, artritis gotosa de la subastragalina, entre otros, sean identificadas y descritas utilizando sus nombres específicos, por ejemplo, “quiste sinovial del seno del tarso”, para una clasificación más precisa y un enfoque terapéutico adecuado.

Anatomía del Seno del Tarso

El Seno del Tarso (ST), o túnel calcáneo-astragalino, es una cavidad cónica entre la parte antero-superior del calcáneo y la inferior del cuello del astrágalo, abriéndose lateralmente cerca del maléolo peroneo y finalizando medialmente detrás del sustentaculum tali. Aloja una anastomosis arterial entre las arterias tibial posterior y peronea, estructuras nerviosas, la cápsula y sinovial articular, grasa, y cinco ligamentos, esenciales para la movilidad y estabilidad del tobillo.

Seno del tarso

Situación anatómica de los ligamentos que forman parte del seno del tarso.

Dentro del seno del tarso, se encuentran cinco ligamentos clave, identificados en la imagen previa. Estos son:

  1. Ligamento cervical (número 1),
  2. Ligamento medial – partes inferiores del retináculo de los extensores, (número 2),
  3. Ligamento talocalcáneo o interóseo (también conocido como ligamento en empalizada, número 3),
  4. Ligamento intermedio (partes inferiores del retináculo de los extensores, número 4),
  5. Ligamento lateral (partes inferiores del retináculo de los extensores, número 5).
  6. Estos ligamentos juegan roles fundamentales en la estabilidad y la movilidad del tobillo.

Fuera del ST otros ligamentos actúan como estabilizadores de la articulación subastragalina, un ligamento medial, el ligamento deltoideo y un ligamento lateral, el peronéo-calcáneo.

Tarso

Ligamentos estabilizadores del seno del tarso

Las causas del dolor en el Seno del Tarso (ST) incluyen lesiones en sus ligamentos, alteraciones en su tejido adiposo, y daños articulares que pueden ocurrir tras un traumatismo. Kadpandji ilustra el movimiento del retropié como comparable al de una articulación cardánica, la cual opera mediante dos ejes que se cruzan en ángulos rectos entre sí, destacando la complejidad biomecánica de esta área y su susceptibilidad a lesiones.

Tarso

Cardán, con funcionamiento similar al conjunto que forman la articulación del tobillo y la articulación subastragalina.

Etiopatogenia del Síndrome del Seno del Tarso

La etiología más frecuente del síndrome del seno del tarso (SST) es la traumática, representando aproximadamente el 70% de los casos, generalmente secundaria a un mecanismo de inversión del pie. El 30% restante de los casos se distribuye entre diversas causas, incluyendo condiciones inflamatorias como espondiloartritis anquilosante, artritis reumatoidea, y gota, además de quistes sinoviales y sinovitis vellonodular pigmentaria. De manera excepcional, también pueden originar este síndrome los sarcomas de origen sinovial, tumores óseos benignos y deformidades anatómicas asociadas a pies cavos o planos.

En algunos casos, el dolor ha sido atribuido a la compresión del nervio peroneo superficial, a la afectación del nervio cutáneo dorsal intermedio, o incluso se ha asociado con lesiones del tendón del tibial posterior y el síndrome del canal tarsiano. En 1998, Frey, Di Giovanni y Feder cuestionaron la existencia del SST como una entidad aislada, sugiriendo que las etiologías mencionadas podrían ser condiciones independientes.

El autor ha identificado diversas patologías que provocan dolor en el ST, las cuales han mostrado mejoría tras su tratamiento. Entre estas se incluyen el síndrome del canal tarsiano, laxitudes del tobillo, osteocondritis del astrágalo, tendinopatía de los tendones peroneos, osteocondromas del calcáneo, osteomas osteoides en el calcáneo y la gota, resaltando la importancia de un diagnóstico preciso para un tratamiento efectivo.

Una clasificación etiológica del dolor en el seno del tarso lo dividiría en traumática, inflamatoria, degenerativa, tumoral, neuropática y idiopática.

  • Traumática.

Esguinces de la articulacion tibioperonea, esguinces de la articulación talocalcanea y fracturas.

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Fractura de astrágalo en su parte lateral en íntima relación con el techo del seno del tarso.

  • Inflamatoria
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Imagen intraquirúgica de depósitos en un paciente con artritis gotosa.

  • Tumoral.
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Tumoración ocupando el seno del tarso. Imagen macroscópica.

 

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Tumoración ocupando el seno del tarso. Incisión y exposición de la masa.

 

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Tumoración ocupando el seno del tarso. Delimitación.

 

Tarso

Tumoración ocupando el seno del tarso. Pasos en la extirpación.

 

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Pieza extirpada.

 

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Histología.

Clínica del Síndrome del Seno del Tarso

Signos Subjetivos

El síntoma distintivo del síndrome del seno del tarso (SST) es el dolor localizado en el ST, que se intensifica al descender rampas o escaleras. Algunos pacientes reportan una sensación de inestabilidad o fallo en el pie, y no es raro que se relacione con un evento traumático previo. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el dolor aparece de manera insidiosa y se agrava progresivamente, siendo particularmente agudo al inicio de la marcha y disminuyendo con el movimiento continuo. Es posible que, tras periodos prolongados de actividad, el dolor persista incluso en reposo o durante la noche, aunque generalmente se alivia con el descanso. Además, algunos pacientes presentan inflamación en la cara externa del pie.

Se ha notado que, en ciertas mujeres jóvenes, el volumen de la grasa externa del ST puede aumentar en los días previos a la menstruación, fenómeno similar al síndrome hídrico premenstrual de Hoffa.

En otros casos, el dolor puede extenderse proximalmente a lo largo de los tendones peroneos e incluso alcanzar la sindesmosis tibioperonea, aunque menos frecuentemente, puede irradiarse hacia la cara externa de la pierna. También hay pacientes que reportan dolor e inflamación que se extiende por la cara interna del pie y la pierna, así como alrededor de la región retromaleolar interna.[/norebro_text]

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Signos objetivos

Estos signos suelen ser dolor a la palpación del ST (siempre explorar el pie contralateral y comparar), inflamación blanda de la grasa del seno y aumento del dolor a la inversión del pie que aumenta con la flexión del tobillo.

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Inflamación blanda de la grasa del seno

Miralles distingue dos cuadros clínicos, el síndrome del seno del tarso (O’Connor) que cursa un dolor espontáneo a la inversión pasiva del pie, a la palpación a nivel del ST sin signos de inestabilidad radiológica y, la inestabilidad crónica de la subastragalina con dolor a la palpación en el ST que asciende por los tendones y músculos peroneos hasta la rodilla y se irradia desde detrás del maléolo peroneo a sus inserciones en el primer y quinto metatarsiano, además el paciente refiere sensación de inestabilidad. La inversión también provoca dolor y la palpación de los músculos peroneos se muestran contracturados.

Diagnóstico

Una vez analizados los síntomas subjetivos y objetivos el diagnostico se confirma, en la mayoría de las ocasiones, por la desaparición del dolor tras la inyección de 2 cc. de mepivacaína al 2% sin adrenalina.

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Imagen radiológico de la zona de infiltración

 

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Infiltración con 2cc de mepivacaina.